El tiempo es hoy. La urgencia es total. El fin se acerca. Toda la creación gime de angustia como si tuviera dolores de parto por ver y descubrir el amor del Padre.
Somos los hijos de Dios quienes reflejamos su amor y es la iglesia la puerta abierta de acceso al cielo. El desafío continuo, es y será encarnar esta verdad, dejando atrás toda distracción, para ser aquella comunidad que fija su mirada en Jesús y por medio del Espíritu vence su deseo natural de amarse a sí misma, para amar a Dios y lo que ÉL ama.
“Cristo habitará en el corazón de ustedes a medida que confíen en él. Echarán raíces profundas en el amor de Dios, y ellas los mantendrán fuertes. Efesios 3:17 NTV
Cuando la iglesia expresa el diseño que Dios le dio, se convierte en una fuerza profunda para la esperanza y sanidad de las personas.
Jesús nos enseñó el camino y la pregunta que todo hijo necesita responder es: ¿Jesús venció en la superficie o en la profundidad? ¿Que tuvo que creer, decidir y hacer para alcanzar lo profundo?
Algo sabemos: Se hizo profundo yendo a las mismas profundidades de la muerte. Allí venció. Fue levantado, resucitado y respaldado. Lo hizo por obediencia y amor al Padre y a todos aquellos que crean en Él.
¿Estás listo/a para avanzar al siguiente nivel? Sólo recordá algo: No hubo gloria sin muerte.
Te esperamos.